lunes, 14 de septiembre de 2009

Capítulo 0: La Martita, mi amor


Martita,
Amada mía.

Caen las horas tan pesadas como días sin retorno. Abro mi alma y tu no estas. Angustia siento pensando en tu volver. Pero no estas. Salado, ácido, amargo es mi despertar con tu ausencia. ¿Dónde fueron los hijos, dónde fueron las palabras? Todo acabó en la nada. ¿Nada? Es un decir tan solo, ya que es el principio de un final que no llegará. Suicidio. Solución rápida o salida cruel a una vida llena de miseria. Llega la tarde y con ella el bochorno del nuevo día.

¿Dónde te fuiste criatura de mis amaneceres? ¿Dónde están tus pechos tan acariciables y tan a la medida de mis manos? No puedo aceptar que el cáncer te los haya carcomido. No puedo creer que ya no te los pueda acariciar. Que mis manos los hayan convertido en dolor, cuando fueron halos sublimes de placer.

¿Qué te hiciste? Cruel y canalla no te hiciste, sencillamente te estás dejando morir. Morir y vivir, pero ¿qué es el morir viviendo o el viviendo morir?

Dame tus manos preciosa. Dame tus besos amada mía. Enciende mi fuego de amor. Bebamos el agua del placer y sintámonos dioses del amor. Esta es la cultura judeo cristiana en la que hemos nacido. Pero nada más. El sentir sin una cultura que lo respalde ¿qué sería? Seguramente satisfacción plena sin ataduras y prejuicios. El amor en el paraíso tuvo que ser muy grande y fuerte como para arriesgarlo todo, inclusive, el paraíso.

Amor, esta es la palabra clave. Sin amor no habría vida, ni esperanza. Podrán inventar los infiernos que quieran, pero el amor todo lo supera. Amor, calidad humana, instintiva y mortal. Felina. Irracional o arracional. Pero amar es lo máximo que ha logrado la humanidad. Está muy sobre el pensar, que a fin de cuentas no pasa de ser una actitud metafísica. En tanto busca explicar el por qué del amor. Pero el amor es. Por amor el jesuita deja a su congregación. Por amor se abandona el primer hogar. Por amor se vive en plenitud. Por amor quieres morir pero no puedes. El amor te detiene.

La vida se va como vino. Y tu estas a mi lado, como piedra grande, peñasco, digamos, observando mi partida. Sabes que sobrevivirás, pero ello no te entusiasma, ni te alegra. Más bien, te entristece porque sabes que cuando parta, algo tuyo se irá conmigo y eso te molesta. Esta es nuestra lucha: quien parte primero, aunque los dos sabemos que vamos de partida.

Abre tus brazos, grítale al cielo. Dime que me amas. Y tal vez así vengas conmigo. No obstante, por ahora, te digo adiós.

Amanece la luna en el claro instante de una sonrisa. No hay marcha atrás en las agujas impertérritas de mi corazón. Vivimos esperando el morir aunque el cielo se tiña de gris. Negros son tus ojos de noche. Amargo es mi corazón cansado. Apágate luciérnaga de mis noches tristes por incoitas.

Habla, no calles, di algo, aunque sean palabras que no signifiquen nada. Palabras sin sentido es todo lo que se puede expresar ante la despedida del amor y de la vida.

Mis últimos escritos no serán para ti. Quiero morir en silencio de palabras arrepentidas, macilentas, dormidas. No hay paz para las almas soñadoras, sólo un reposo merecido, anhelado y ganado. Fuiste hace largo rato una buena escuchadora. Pero ahora que cargas canas, eres tan sólo una más que piensa. Pareciera que no es mucho, pero ello te da el derecho a existir, a opinar y a ser.

Noche de luna embriagada de hastío. No tienes razón, ni fortaleza. Tan sólo eres.

Cara dura. Pies descalzos. Alma encabritada.

Noche pringada de luna. La vida no existe más allá del temor y el amor. El amanecer te derrocó, con toda su maldad. Sabía que no resistirías. Mujer de piernas columnatas, te levantas cual dos torres de mi fantasía.

Abre tu cabeza. Entérate de las miserias de nuestro tiempo. Los dragones son de carne y hueso, se llaman gringos, militares, burgueses, hijos de la gran puta.

El cielo está opaco, gris, con amenaza de lluvia y tus besos se han largado, se fueron caminando como las estrellas al amanecer. Pero allí estabas. Yo lo recuerdo. Yo se que así fue. Eras tú y la luna. Eras tú y el amanecer. Pero te fuiste, porque tenías que partir. No se a dónde y ni me importa. Sólo el llanto se quedó conmigo. Lágrimas, gotas de agua sudorosa con sal de mi corazón, brotan y fluyen como afluentes de un grande río que no será. Tristeza, engaño mentiroso de una joven quinceañera, no eres más que una falacia del corazón.

Corazón, órgano vital de la madre, del hijo, del padre que no tuve. Nací en probeta, como cualquier virus. No siento, ni me importa.

Háblame, dime que es mentira el soñar. Dime que la esperanza murió en el capitalismo. Cuéntame, por que los humanos hartos de luchar renunciaron a los sueños. Dime que calle y me aliste a morir descargado de esperanza, de fe y de sueños.

Demian

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