lunes, 14 de septiembre de 2009

Epílogo

La Mantis

Los años han pasado y he vuelto a la cordura y he tenido tiempo más que suficiente para reflexionar sobre mi vida, en particular sobre mis relaciones con las mujeres, y he descubierto algo que, sólo después de darle vueltas y más vueltas en mi cerebro, articulando hechos aislados, relacionando conductas de la mujer que más he amado, se me ha revelado cómo ella, de Martita se transformó en Marta. En el pasado tenía dudas acerca de su amor, pero no certezas, como las que ahora tengo.

Un día de tantos dejó de ser la Martita, a quien yo tanto amé, para convertirse en una Marta desconocida e incomprensible para mí. Fue un proceso largo y sutil, por ello no me percaté antes, aunque sospechas tenía. Pero ahora, si lo veo todo claro, para decirlo rápidamente, ella no era la mujer amante que yo creí, sino una auténtica Mantis que me escogió a mi para reproducirse y aunque no me devoró, una vez que fue fecundada, me fue devorando paulatinamente hasta acabar con migo. La Mantis se caracteriza por su habilidad para el camuflaje y mientras devora a sus víctimas las tranquiliza con sus antenas, el macho, ya sin cabeza prosigue con su coito y fecunda a La Mantis, algo así fue mi vida con ella, la mujer que más he amado, o mejor dicho, la única a quien he amado.

Me usó profesionalmente, se aprovechó de mis conocimientos para poder figurar, para decir ideas, a veces bastante lúcidas, sin citarme, y aparecer, como si fuese ella la generadora de las mismas. Nunca me dejó asistir solo a un evento público al que yo había sido invitado, sino que ella siempre me acompañaba, aducía que me admiraba y quería enterarse de lo que yo iba a decir. Aprovechó mis pocos contactos para penetrar en otros medios en los cuales ella era desconocida. Nuca me permitió asistir a sus presentaciones, alegando que yo la incomodaba y cómo no la iba a incomodar, si me plagiaba a más no poder.

Me usó económicamente para sobrevivir en sus momentos más difíciles. Yo que tuve una vida paupérrima, aprendí a no derrochar, sino a ahorrar, para hacerle frente a los problemas imprevistos de la vida. Pero ella, antes de abandonarme, con el turbio pretexto de los perros, había saqueado mis ahorros en la cooperativa y había hipotecado mi pensión de jubilado. Me dejó, no solamente solo, sino acabado y con un carro viejo, porque el nuevo se lo llevó. Que los hijos lo necesitaban, ese fue su argumento. Mantis, hijadeputa Mantis!

Tiempo después de haber partido y de envenenarles la mente a mis hijos, quienes ya no quisieron volver a saber de mí, me dijo, con todo el cinismo que la ha caracterizado, Espero que comprenda que después de lo que hizo, ya no podíamos vivir con usted, pero espero que seamos amigos. Si alguna vez necesita de mi, búsqueme.
Claro, seguramente pensó que podía cambiar mi testamento y dejarles lo poco que tenía a mis hijos mayores, quería seguir usufructuando de mi, aún después de mi muerte. Ella era una Mantis.

En estos últimos años, mi soledad ha sido llenada por una hija de mi vecina. Y aunque ya estoy muy viejo y casi impotente, la Viagra ha venido en mi auxilio y he logrado coger a una bicha recién salida de bachillerato. Para conseguirlo tuve que echar mano de toda una estrategia y una táctica superior a la de la guerrilla contra el ejército asesino, pero logré salir victorioso. Escalé sus cumbres fortificadas y tomé posesión de sus dominios. Ciertamente fue un largo y sinuoso camino. Primero fueron sus manos, las que tocaba como por accidente, cuando me traía las tortillas para mi almuerzo. Luego avancé hasta sus labios, robándole un beso con cínico proceder. Luego la logré convencer de que entrara a mi casa a hacerme la limpieza y la pude besar, ya sin mucha resistencia. Seguramente, ella, o su madre habían hecho sus cálculos y me veían como un buen prospecto. Continué con mi besuqueo, más de dos meses. La verdad es que temía no tener erección. Hasta que un día pensé, y qué me importa si muero de un infarto por la Viagra. De manera que la compré y me dispuse a usarla y lo hice. Me cogí a la chava.

La cipota estaba virgen, de manera que fue un tanto dificultosa la penetración. Pero luego de esa vez, cogíamos de vez en cuando y aunque yo no la amaba, porque mi amor se quedó congelado con la Mantis, disfrutaba a mares, gracias a la Viagra. El desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones es algo grandioso, hasta puede acudir en defensa del amor. En más de alguna ocasión pensé, si hubiera usado antes la Viagra, a lo mejor la Martita, no me hubiese abandonado. No quería convencerme, de que ella era una Mantis, una auténtica y puta Mantis.

Pasado un tiempo, la hija de mi vecina, viendo que ni me casaba con ella, ni salía preñada, como para aspirar a una herencia, decidió buscar trabajo en la maquila, con todo lo mierdas que son las maquilas, era preferible a ser la amante de un viejo desteñido que apenas le daba unos cuantos pesos. Y me dejó, también, luego que se ocupó en una maquila.

Al poco tiempo, la bicha se endamó con su supervisor y salió preñada. Conocí al niño que tuvo. Y, curiosamente, tenía todas las marcas de nuestra sangre, las de los Montejo, ya que yo soy Demian Montejo. ¿Sería que cuando me dejó ya llevaba mi semilla? Es sorprendente, el lunar rojo en la frente, lo hemos tenido todos nosotros y mis hijos también. Sólo faltaba que también tuviera los otros lunarcitos en la nunca, esos, como pringuitas rojas que confirmaban la paternidad y que mi madre siempre se los buscaba a mis hijos, por aquello de que hijos de mis hijas mis nietos serán, pero hijos de mis hijos no se si lo serán. La cosa es que en cierta ocasión, chinié al bichito con el propósito de asegurarme, de saber si era hijo mío. Le revisé la nuca y el mono tenía los lunares.
Estoy viejo, cansado y harto de esta mierda de sociedad, donde se acusa de terroristas a humildes vendedores, ¿qué no harán con los políticos? Los instrumentos represivos creados, lo que buscan es detener los alzamientos sociales ante la crisis generada por el neoliberalismo. Pero bien, aquí hablamos de otras cosas.

Estoy enfermo, además de diabetes, padezco de presión alta, colesterol y triglicéridos más allá de los niveles aceptables, de soriasis, de hemorroides así como de síncope, enfermedad puta de difícil diagnóstico, pero dado mi cuadro clínico, soy fumador, alcohólico y tomador de café y como además no hago ejercicio alguno es obvio que lo padezca. Pero para más joder, recién me han detectado que el calcio está muy bajo y que tendré serios problemas con una caída por la descalcificación de mis huesos.

Soy un carro viejo y maltratado, no se cómo aún y en tales circunstancias me funciona el cerebro. ¿Pero será que me funciona o tan sólo sea una ilusión mía?

Pero el mono, de la hija de mi vecina, parecía ser mi hijo. De haber tenido dinero, hubiese pagado por un análisis de su ADN y del mío para salir de dudas, pero no contaba con los dólares necesarios, apenas me bastaba la pensión para irla pasando.

De trabajar ganas ya no tenía, además, de que dudaba de todas las mierdas que durante muchos años había enseñado, convencido de que les estaba iluminando el cerebro a los monos y monas.

Ahora me hacía estas preguntas sin respuesta: ¿Creen que otro mundo es necesario y por qué? ¿Y será posible construirlo? ¿Creen que la condición humana posibilita una sociedad solidaria? ¿Por qué fracasaron las sociedades socialistas europeas? ¿Por qué después de 50 años de Revolución en Cuba, persisten problemas de corrupción, de derroche, de prostitución, etc? Si cambiando las condiciones objetivas, no se transforman automáticamente las subjetivas, ¿qué se requerirá para avanzar hacia una sociedad superior? ¿El individualismo, el egoísmo, la ambición, la envidia, etc. serán propios de la condición humana? ¿Qué hace que algunas personas posean valores y principios opuestos a aquellos que estimula el capitalismo?

Y se las hacía a mis estudiantes. ¿Sería un mejor o peor profesor ahora? De ser mejor había desperdiciado mi vida académica. Yo que siempre creí que la docencia era algo así como un apostolado y que gracias a mis cursos contribuía a hacerlos profesionales pensantes.

Pero si el bicho es mi hijo, acaso no debería protegerlo, asegurarle su vida económicamente, como lo hice con mis anteriores vástagos. Téngase presente, que a mis dos primeros hijos, les ayudé hasta que se graduaron. No por amor, ni para que me agradecieran, sino por una cuestión ética. A los dos primeros tengo varios años de no verlos y no me importa, ya que no tengo necesidades afectivas. A los otros, pues, desde que se los llevó la Martita transformada en Marta, o develada su condición de Mantis, no se qué habrá sido de ellos. Y a lo mejor ni me necesitan, tienen a su madre, mujer grandiosa, triunfadora y digna de ser imitada. Pero, yo, qué soy. Un pobre viejo abandonado, por la única mujer a quien declaro solemnemente haber amado. Soy un pobre Mantis macho, que se inmoló por amor. Pero es tan bello amar, es tan maravilloso sentir la pasión que desencadena el sexo cuando se hace con la mujer amada.

La gata devoró esta mañana a una paloma alas blancas, ella como los perros fueron traídos por mi mujer, aunque las dos gatas se salvaron de la matanza y viven con migo. Son necesarias para contener a los ratones. Desgraciadamente son hembras y atraían muchos gatos, de modo, que gracias al Lagnate, tuve que irlos eliminando, seis murieron y una de las mías, porque ahora son mías. Pero me desagrada mucho que asesinen el bello canto de las palomas.

La pensión no se la puedo dejar al mono, porque no es mi hijo reconocido, su madre se lo atribuye al otro, a su amante y no a mi.

Las orquídeas no quieren pegarse en mi patio. Yo que creí que tan sólo vivían del aire, pero parece que necesitan de algo más. El vago que se las anda robando por las fincas de los alrededores y que me las viene a vender, dice que viven del aire. Pero como les digo, parece que necesitan de algo más. No se si será amor, algo que yo no puedo darles, porque mi amor se acabó con la Martita.

Pero si su madre prefiere adjudicárselo a su amante, para qué putas debo de preocuparme yo, por su futuro. Ella, más que yo, sabe quien es su verdadero padre. Pero ¿y todas las marcas de sangre?

Las gualcachías visitan mi racimo de majonchos, y éstos son mi desayuno, ellas, no se dejan atrapar por las gatas y está bien, pero no del todo bien que se coman los majonchos y me dejen en ayunas. Su escándalo es tal que, hasta asustan a las gatas, pero ellas no tienen el encanto de las palomas alas blancas o de las tortolitas que se aman de por vida, las gualcachías son seres inferiores, aunque muy traviesas, pero sin ningún encanto.

Yo creo que al bicho debo de dejarle, al menos, la finquita de una manzana, próxima a mi casa. ¿O a lo mejor todo? Está tan pequeño e indefenso que debo protegerlo.

Anoche pensé que sería interesante acostarme, dormirme y ya no despertar. Que sería una forma linda de morir. Sin dolor, sin angustia, sin hospitalizaciones, sin incomodidades para nadie. Seguramente eso le pasó a la ardillita que antes venía a comer guayabas. Tengo tanto tiempo de no verla, que a lo mejor murió sola y en silencio.

Voy a modificar el testamento. Esto es una necesidad impostergable. El bicho creo que es mi hijo. Uno de estos días puedo amanecer muerto y no quiero dejarlo desprotegido.

Ella, la Marta, llegó un día a visitarme. Para entonces apenas la reconocí, la diabetes y mi tabaquismo me habían dejado casi ciego. Pero oía, y oí lo que me dijo, Demian, estamos en una terrible crisis económica. ¿Estamos o estas? Respondí. Bueno, yo y los niños. Necesitamos que nos de la casa, de Santa Tecla, para irnos a vivir. Bueno, le dije. Creo que está desocupada. Allí en el perrito creo que están las llaves. La Mantis, se aprovechaba del amor a mis hijos y aunque tuviera varios años sin verlos, me sentía responsable por ellos.

El genoma humano nos revela que aún sin reconocernos como parientes, podemos serlo y tal parece que eso es lo que ha ocurrido con mi presunto hijo. Ocurre que tanto su familia como yo, proveníamos del mismo lugar, y quién sabe cuántas generaciones atrás, tuvimos un pariente común que nos transmitió las características que en mi familia hemos consideradas como propias, pero tal parece que no son exclusivas de nosotros, los Montejo, sino que existen otras familias que también las han conservado. De manera que, más que ser el mono mi hijo, ella, su madre, es mi pariente lejano; sin embargo, eso yo no lo sabía, cuando cambié el testamento. Y ahora ya no tengo tiempo de modificarlo nuevamente, porque estoy quieto y mudo a causa de un derrame cerebral, además de la ceguera que traigo desde hace ratos. Todo lo entiendo, todo lo oigo, pero no puedo hacer nada. Vivo tan sólo gracias a otra vecina, que me viene a dar miel de abeja y agua con un algodón. Parezco una momia, dice ella, cuando trae a su sobrina y cree que estoy dormido. Piensan que ya no me queda mucho tiempo y ojalá que tengan razón.

La Mantis, parece que anduvo, aquí por la casa. Seguramente viendo qué se llevaba, ya no es mucho lo que queda, lo que no se han llevado los trabajadores, lo han hecho los ladrones, los bolitos que tanto abundan en este pueblo de mierda donde vine a terminar.

Este es el fin de mis memoriales, ya no tengo nada que decir. Si a usted le parece que es una vida desperdiciada, coma mierda. He vivido, como he querido y no tengo nada que corregir.

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